quarta-feira, 2 de dezembro de 2009

JMV - Carta de Advento do Superior Geral



Adviento 2009


A todos los miembros de la Familia Vicenciana


Queridas Hermanas y Hermanos,

¡Que la gracia y la paz de Nuestro Señor Jesucristo permanezcan en sus corazones ahora y siempre!

En la época en que fui director del seminario interno en Panamá y al mismo tiempo párroco de la parroquia donde se encontraba el seminario interno, un Cohermano y yo, hicimos una programación especial durante el Adviento, con la intención de purificar el sentido de la Navidad. Se trataba de preparar una campaña contra el personaje de Papa Noel a favor del Niño Dios. Realizamos esta campaña durante todo el tiempo de Adviento y pensamos en una acción simbólica para purificar el sentido de la Navidad durante el rito penitencial de la misa de nochebuena.

Esta acción pastoral que nosotros llevamos a cabo, fue provocada ante la constatación de un cambio sutil que se producía en el entorno de nuestro trabajo pastoral. Al principio, cuando llegué a Panamá, la experiencia de Navidad siempre se centraba en el nacimiento del Niño Jesús, el Niño Dios. Su encarnación en nuestra humanidad tenía un acento claramente religioso. Poco a poco, a lo largo de los años y con la ayuda de las poderosas técnicas de comercialización (marketing), el concepto de Navidad comenzó lentamente a ser sustituido por representaciones comerciales de Navidad con el personaje del Papa Noel en todas las tiendas e incluso ofrecido a la gente como regalo, para instalarlo como decoración de Navidad en sus hogares, a la entrada de sus casas. Era triste observar cómo de manera sutil e ingeniosa, el verdadero sentido de la Navidad estaba a punto de ser sustituido por una acuciante provocación a las personas a entrar en una sociedad de consumo.

Quisiera atraer su atención sobre esta fiesta de Navidad, principalmente durante este Adviento, como un tiempo para recuperar el verdadero sentido de la Navidad y purificar nuestras actitudes en relación con nuestra identidad durante este tiempo fuerte litúrgico de nuestra fe cristiana. Se trata del nacimiento de Dios en nuestra vida a través de la persona del Niño Dios, Jesús, un misterio tan esencial en la espiritualidad de San Vicente de Paúl. Dios que se hace carne, se une a nuestra humanidad para que seamos como Dios en nuestras relaciones con los demás, especialmente con los pobres.

Durante este tiempo de Adviento, desearía que pensáramos y reflexionáramos sobre un aspecto particular y muy importante de la fiesta de Navidad, para comprender el nacimiento de Nuestro Señor Jesús como la venida de la paz y la armonía en el mundo. Él es el Príncipe de la Paz tal y como lo contemplamos en las Sagradas Escrituras durante todo este tiempo de Adviento y Navidad. La actual situación mundial en la que vivimos es la que me ha empujado a profundizar y desear que reflexionemos sobre el tema de la paz.

A nuestro alrededor observamos, en cada rincón del mundo, situaciones destructoras, guerras entre naciones, violencia entre los pueblos, violencia de las bandas en los barrios, e incluso la violencia doméstica en los hogares. En este clima de violencia mundial en que vivimos, existe una búsqueda, un combate, una angustia por vivir con mayor seguridad. A menudo ocurre que intentamos obtener la “seguridad” produciendo más armamento y un mayor poder de destrucción sobre el enemigo. De esta manera, la seguridad establecida sólo provocará más angustia. Eso no es la seguridad.

Muchas personas afirman que, desde la experiencia del 11 de septiembre en los Estados Unidos, vivimos en un mundo que busca su propia seguridad, hasta tal punto que somos inconscientes o incluso indiferentes ante el hecho de garantizar una paz verdadera para los que se encuentran fuera de nuestro círculo. Queremos proteger a los nuestros encerrándonos en nosotros mismos. Queremos acercarnos a lo que conocemos e incluso a lo que consideramos como nuestra morada, dándonos una ilusión de seguridad.

La actitud de consumo que se desliza a todos los niveles en nuestra aldea global se acentúa durante el tiempo de Navidad. Nuestro desafío está en dirigirnos al Príncipe de la Paz que, por el anuncio del Reino de su Padre, nos invita a unas actitudes que conducen a la verdadera armonía y a unas buenas relaciones entre todos los pueblos.

Quisiera proponer un punto concreto para nuestra reflexión, en relación a la promoción de la paz y la armonía en el mundo, manifestada en primer lugar por una verdadera preocupación por las necesidades de los demás.

Para la celebración del 350 aniversario de la muerte de Santa Luisa y San Vicente en 2010, los responsables internacionales de la Familia Vicenciana han puesto en marcha un Comité de proyectos para promover una iniciativa específica a favor de los más pobres entre los pobres, iniciativa que implicaría a todas las ramas de la Familia. Entre las opciones sugeridas, los responsables han escogido un proyecto piloto de microcrédito, en Haití. Un proyecto combinado con unos programas educativos y de servicios sociales será sin duda un instrumento eficaz para mejorar las condiciones de vida de muchas personas que viven en la pobreza. Se prevé que este proyecto piloto podría servir como modelo aplicable en otros lugares.

Animo a cada uno de nosotros durante este tiempo de Navidad, especialmente cuando pensemos en dar algo de nosotros mismos a los demás con regalos, a hacerlo de modo que podamos romper con las actitudes consumistas que a menudo están muy enraizadas en nuestras vidas; actitudes de las que quizá no somos del todo conscientes y que, frecuentemente, pueden conducir a ciertos modos de comportamiento que marcan diferencias entre los que poseen y los que no poseen y causan divisiones en vez de promover la armonía entre los pueblos. Estas actitudes negativas llevadas al extremo son las que engendran la violencia y la destrucción que constatamos en nuestro mundo hoy. Muchas veces, la violencia es provocada por el hecho de que las personas no llegan a satisfacer sus necesidades fundamentales y caen en la trampa de la violencia para asegurar una vida mejor.

Durante este tiempo de Adviento, como Familia Vicenciana, pensemos en un cambio de actitud para pasar de una sumisión a la sociedad de consumo al don de nosotros mismos o a un modo de don diferente realizado a aquellos que lo necesitan, como manera concreta de favorecer la armonía y la paz.

Propongo un segundo punto para nuestra reflexión que concierne a la promoción de la paz. Durante estos días que preceden al tiempo de Adviento, hemos recibido una petición por parte del Consejo Internacional de Pax Christi, que deseaba visitar nuestra Curia en Roma. Hemos creado un espacio de diálogo cordial y hemos buscado el momento oportuno para acoger al Consejo Internacional de Pax Christi. En esta reunión estaban presentes uno de mis Asistentes, una de las Hijas de la Caridad que realiza su servicio en la Curia y un Cohermano muy comprometido en el ámbito de las actividades de Justicia y Paz, que deseamos promover y en las que queremos tomar parte como Familia Vicenciana Internacional. Pienso que sería adecuado para nosotros examinar y reflexionar sobre la posibilidad de estar en contacto con un movimiento internacional como Pax Christi.

Pax Christi fue creado a finales de la segunda guerra mundial, cuando un grupo de personas francesas y alemanas se reunieron para rezar juntas, buscar la reconciliación y trabajar con miras a un nuevo comienzo en paz, después de unos años de conflictos dolorosos. Este mismo espíritu continúa inspirando el movimiento internacional Pax Christi hoy, reuniendo a personas sencillas procedentes de entornos y culturas diferentes que reflexionan y actúan a partir de una visión sagrada de la paz, de la reconciliación y de la justicia para todos. En un mundo perturbado por la violencia, el terrorismo, las desigualdades crecientes y una inseguridad a escala mundial, esta visión es más necesaria que nunca.

Permítanme compartir con ustedes un poco más a propósito de Pax Christi con miras a su propia reflexión personal. Pax Christi es una agrupación católica mundial para la paz. Algunos organismos miembros de la red Pax Christi se han formado a partir de orígenes diferentes y son conocidos bajo una denominación distinta. Pero todos comparten la convicción que la paz es posible y que los ciclos viciosos de la violencia y de la injusticia pueden romperse. Como grupo fundado sobre la fe, Pax Christi Internacional busca tener una influencia de transformación, al hacer de la religión una fuerza inequívoca para la paz y la justicia. Pax Christi es católica por su origen y tradición; está muy comprometida en la cooperación con otras tradiciones religiosas y con todos los que comparten sus objetivos.

Trabajar por la paz implica trabajar contra la violencia y este movimiento internacional busca las causas primeras de la violencia. También concede la prioridad a los medios no violentos para resolver conflictos y esto incluye reafirmar los fundamentos de una sociedad pacífica: derechos humanos, democracia y el estado de derecho. Pax Christi favorece la educación a la paz, el trabajo con la juventud, la formación en el ámbito de la promoción de la paz, la mediación y la acción no violenta. Pax Christi trabaja para crear una cultura de paz y ayudar a las personas en su camino hacia la reconciliación y hacia un futuro de esperanza.

¿Qué podemos hacer? Hermanos y Hermanas, sugiero que, como Familia Vicenciana, encontremos en nuestra vida diaria y en nuestro servicio a los pobres medios para profundizar nuestro compromiso por la justicia y la paz. Sé que ya lo estamos haciendo, pero la celebración de la Navidad nos ofrece la ocasión especial para renovar nuestra respuesta. Este debería ser el primer compromiso de todas las personas que viven el carisma de San Vicente de Paúl, quien tanto buscó la armonía y la paz, particularmente para los pobres, con frecuencia víctimas de la violencia, la destrucción y la guerra. Podemos apoyar el trabajo de Pax Christi por nuestra propia acción y oración, nuestras publicaciones, como lo hago aquí en esta carta con motivo del tiempo de Adviento. Pax Chirsti Internacional acoge con mucho gusto la ayuda económica en sus esfuerzos por erradicar la violencia y estimular una cultura de paz tan necesaria en nuestro mundo hoy.

Hermanos y Hermanas, puesto que comenzamos este tiempo de Adviento y reflexionamos sobre el verdadero sentido de la Navidad, entremos en este tiempo siendo promotores de paz, particularmente en una sociedad atrapada por la violencia, sociedad a menudo hostigada por un mundo egoísta, materialista, dominado por el consumismo. Sabemos que esto crea división en vez de armonía. Reflexionemos sobre el verdadero significado de la Navidad, el nacimiento de Nuestro Señor Jesús y dejemos de lado las otras imágenes que nuestro mundo ha creado, con la única finalidad de satisfacer nuestras propias necesidades personales y materiales, y que nos apartan de la preocupación de dar a los demás.

Como Familia Vicenciana siempre relacionamos a personas de diferentes medios y culturas y actuamos a partir de nuestra visión común de paz, reconciliación y justicia para todos. Es algo muy arraigado en nuestra espiritualidad vicenciana.

Como dijo San Vicente de Paúl: “Rogad a su divina bondad que dé a la Compañía el espíritu de unión, ya que hemos sido fundados para reconciliar a las almas con Dios y a los hombres entre sí” (Coste XI-4- pp.701-702).

Su hermano en San Vicente,

G. Gregory Gay, C.M.
Superior general

Sem comentários: